Celada trabaja con discursos y metodologías poco ortodoxas, a caballo
entre la gestualidad y la composición geométrica; entre superficies
ricas en matices y formas planas, generando tensión y dinamismo, pero
construyendo una suerte de relato poético, de refugio de silencio, capaz
de generar sosiego a pesar del baile de contrastes.